¿Emoción clásica o espíritu ancestral? Un silencio acoge el susurro aterciopelado de la voz de Álvaro Barriuso. El tiempo se detiene. El sonido se inicia.

Los presentes tumbados en la dulce penumbra, inician un viaje hacia el reencuentro con algo común y enigmático. Las cuerdas bailan un perfume clásico que sucumbe el magnetismo del espacio. Las manos de Álvaro rugen, crujen, arañan y su voz mece un temblor que pellizca el aire. La piel acaricia cada nota. Los participantes respiran, laten, el pulso se sincroniza y entonces… Llueve ternura. Una brisa plumífera envuelta en partículas de plata acaricia cada rostro, pintando el espacio de luz, insinuándose en cada roce, trazando el espacio de magia. El ritmo crece, el latido puede escucharse y la propuesta del señor Barriuso nos abre a la voz. Nuestros sonidos son ahora parte de un todo y el baile comienza. Manos que seducen, dedos que presionan, silencios que gritan, aullídos que impregnan el vacío, pies que taconean, ecos de temblor, contorsiones que se reencuentran y un conjunto de suspiros traviesos crean una nueva forma. La tribu cobra vida. Ya no hay espectadores ni directores, todo es parte de un mismo todo. Los instrumentos se encuentran con otras manos, se mezclan, agitan, tocan, reproducen, vibran. Un chasquido de guitarra, un redoble de tormenta, el viento en cada soplo y de nuevo, el silencio. El viaje llega a su fin.

Reseña escrita por Vanessa Bejarano

Concepto y desarrollo: Álvaro Barriuso
Acting: público
Incordio visual: Abajo Izquierdo
Asistentes: equipo Black Balance Project