Día 14: Amor
Cada noche en el Gabinete de Historia Natural vivimos una nueva experiencia. La obra Origen Inverso va rozando su ecuador y cada performance que la compone es diferente.
El público ha participado en el «Amor», sin ellos no hubiera podido realizarse.
Las personas que asistieron a esta performance depositaron su confianza en Abajo Izquierdo y su equipo desde el principio ya que desde la sala de conferencias del Gabinete hasta la sala donde pasaba la acción tenían que ir con los ojos vendados. Las sensaciones iban y venían, y por parejas los asistentes iban entrando en la acción a través de un largo pasillo.
«Mírame: quién soy? cuándo he llegado
Cómo
Por qué me viniste a acoger
en tu isla o
por qué
viniste a encallar en mi»
Versos que aún resuenan entre nuestros tímpanos, haciendo despertar la piel y erizando el corazón. Entre silencio e incertidumbre los participantes entraban por parejas con los ojos vendados, acompañados con cuidado hasta el centro de una sala acomodada por dos sillas, una mesa y una luz tenue. La música de una viola acompaña la escena, que en directo dotaba de movimiento y ensoñación el momento. Y de repente, una voz en el oído. Sentados frente a frente, las parejas, se miran sin mirarse, se encuentran sin enfrentarse, una superficie cubierta de pigmento y un ligero roce de las manos despierta un baile color cobre.
El Amor es invocado en el gabinete, una firme dulzura nos seduce y envuelve sin tocarnos. La música comienza, la vibración se expande y una voz, entre susurros y en la distancia se adentra en nuestras retinas, invadiendo la sala de efímeras imágenes. Las cuerdas de una viola entonan melodías de sirenas, el tiempo se armoniza y se detiene en el presente. ¿Es una voz?, ¿o son muchas?. Con calma resuena la palabra danzada por distintas direcciones, se acerca y se aleja, al tiempo que un polvo cobrizo roza cada superficie de piel con delicadeza, y entonces, los dedos se acercan con prudencia, como si fuera la primera vez que se encuentran, que se tocan y en su ceguera, se entrelazan, se estrujan, se agarran sin dueño.
«Seas quien seas te quiero»
Los labios se aprietan, salivan, sonríen, se angustian, tiemblan, se emocionan. El cutis se estremece con cada caricia que el susurro acontece y con cada nota que con templanza irrumpe. Se hace eco: el Amor. Está aquí.
¿Es un gesto? ¿Es un sonido? ¿Es un tacto? ¿Es el otro? ¿Es todo a la vez? ¿Qué es?
No importa su forma, ni lugar. El Amor se hace presencia. Ocupa el espacio, está haciéndose y deshaciéndose. Mientras tanto, el calor del foco envuelve cada disparo que la cámara captura, mientras la viola se acerca a cada nuevo participante como si fuera la primera y única vez. Así es el Amor, único en su expresión e infinito en su manifestación. Viene y va, libre e irrepetible.
«…agarrando bien fuerte de la mano del otro y saltar al vacío sin pensar en el final…»
Así en cada nueva historia, las palabras se comunican hilvanando una nueva melodía, un nuevo entendimiento, una nueva mirada, un flash de aliento… Y dónde cada participante sueña, serenado y arrollado por una voz que encarna el abrazo enamorado y que bajo una forma indefinida penetra hasta el fondo del corazón.
Texto escrito por Vanessa Bejarano
Poemas: Adriana Bañares
Viola: Helena Rodriguez Masafrets
Voz: Vanessa Bejarano (Abrazando Posibilidades)
Dirección: Abajo Izquierdo
Equipo: Miguel Magro
Comment (1)
[…] están ahora en mi obra.” También nos habló del objetivo de la performance: “Ayer acabamos Amor pero hoy hay una continuación por eso hemos dejado el lienzo que creamos, pero ahora vamos a […]
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