Día 23: Yo amo a Iberia e Iberia me ama a mí
Es noche de luna llena y la gente va llegando al Gabinete de Historia Natural para ver una nueva performance que formará parte de la obra Origen Inverso. No hay nada montado en la sala de conferencias, el público piensa que se hará en otra sala. A las diez en punto alzo la voz para indicarles que se pongan los abrigos
– Jose me ha dicho que tenemos que irnos pero no sé a dónde. Poneros los abrigos y coged una linterna a la salida que abajo nos están esperando unos coches.
Se lo transmito a la gente y en ese momento no dan crédito.
– Seguro que lo sabes pero no quieres decírnoslo.
Eso me dicen, pero no tengo ni idea de lo que ha preparado Abajo Izquierdo para esta noche. Lo primero que me viene a la mente es que nos llevará a un espacio más grande, pero ni idea. El público está nervioso, sorprendido. Les digo que la performance ya ha empezado y que la confianza forma parte de la acción de hoy. Bajamos a la calle y ya están los coches esperando.
Me subo en un coche con compañeros del equipo que tampoco saben lo que va a pasar, solo seguimos las indicaciones para llegar a una ubicación que nos han mandado al WhatsApp. Salimos de Madrid, menos mal que hay poco tráfico.
– Siga 28 km por la A2.
Vamos atendiendo a la voz del GPS como si se tratara de una gymkana. Después de más de 40 minutos en coche llegamos a un camino de tierra con baches. Al final hay una verja y hay gente esperando. José sigue sin aparecer y estas personas nos guían hasta él. La luna llena nos alumbra por un caminito de tierra.
Los ruidos de la noche nos envuelven en una atmósfera de misterio. Se enciende una luz y ahí está José Abajo Izquierdo en medio del campo, agachado, como El Pensador de Rodin, sin ropa.
Comienza a pintarse con pigmentos de color verde, ocre y nácar, se va echando tierra, va despacio. Se impregna del olor de los matorrales que hay a su alrededor. Se mimetiza con el entorno, se hace campo.
– Uhh, uhh, uhh.
Abajo Izquierdo emite un ruido, parece que está llamando a un búho. Y de repente entre las sombras aparecen dos lobos ibéricos montículo abajo. Hoy poca luz, pero la suficiente para ver a estos animales poderosos. Van hacia el artista y se restriegan en sus pigmentos, se manchan, comparten su espacio. Le huelen el culo como si fuera un miembro más de la manada, parece que les gusta estar cerca del animal humano.
Se produce una conexión, vemos dos especies en armonía interactuando. El público se muestra muy respetuoso, está en silencio contemplando la escena. La acción dura varios minutos, ni que decir tiene que el termómetro marcaría siendo optimistas 4º centígrados, pero no cabía el frío. La emoción daba calor al ambiente.
– Gracias por regalarnos esto José.
Oí decir a un espectador.
José se fue corriendo campo a través y los lobos le siguieron, el final de la performance fue una escena para enmarcar. Pero no acaba aquí, después de eso uno de los lobos regresó y “robó” la chaqueta del artista, ¿sería su manera de tener un recuerdo de este momento?
El lobo ibérico es la esencia natural de una península a caballo entre Europa y África. Atesora este cazador social, toda la belleza, toda la sabiduría, toda la grandeza….que a una especie le hace falta para sobrevivir y reinar. El lobo es libre. Espíritu del monte español que quiere vivir en paz y necesita respeto y ley. ¡Lobo vivo! ¡Lobo protegido!
*NOTA: Esta performance quiere homenajear al artista Joseph Beuys que en 1974 se encerró con un coyote en la galería Rene Block del Soho (Nueva York) para crear la obra «Me gusta América y a América le gusto yo«.