“PORTRAIT PERFORMANCE”
Del 5 al 30 de Julio de 2011
El proyecto “Portrait performance” que presenta Jose Abajo Izquierdo es, desde
todos los puntos de vista, un proyecto “incontenible”. Y lo es en tanto que,
desde su nacimiento mismo, la propuesta parece basarse en la fractura de
cualquier tipo de frontera posible. ¿Se trata de fotografía? ¿Pintura?
¿Performance? No. O no sólo. Y he ahí uno de los mayores y mejores aciertos del
creador; el engaño de la mirada acostumbrada a ver lo siempre visto, el juego
de los papeles entre obra y espectador en el que ni tan siquiera sus posiciones
están seguras exclusivamente como tal. Pues en la obra de Abajo Izquierdo –
quienes alguna vez hayan estado en una de sus acciones lo saben bien- no existe
el papel del creador y la obra; ambos se mezclan y confunden y, si no existe
obra sin “cuerpo” sobre la que re-presentarla ante el objetivo de la cámara,
¿cómo decidir si quien acaba por concluir la obra es el artista-objetivo, el
modelo actor o el espectador mismo asaltado en su perímetro de seguridad.
La incontinencia de este proyecto alcanza incluso, por tanto, al proceso mismo
de la creación, proponiendo un espacio y unas obras en las que éstas no son
–porque no pueden ser- simples “productos” servidos como artefactos culturales
al uso, muertos y embalsamados en salas de exposición. La obra, en este caso –
siempre, en el de Abajo Izquierdo- es un eterno proceso vivo y en constante
transformación.
No escapa a su planteamiento algunas de las cuestiones más fascinantes
suscitadas por la práctica artística contemporánea: el cuestionamiento del
sujeto como “cuerpo”, como soporte incluso pictórico, en su caso en particular,
que lleva un paso más allá la polémica acerca de la fotografía como “documento”
de una acción performática: ¿dónde se encuentra la obra- una nueva ruptura de
límites- en esas fotografías? ¿es la fotografía la obra, el cuerpo pintado del
modelo? ¿o no lo es- y aquí el retruécano- ninguna de las dos, sino, otra vez,
el proceso mismo por el que ese cuerpo ha llegado a ocupar – y, sobre todo,
cómo ha llegado a hacerlo- su espacio en las paredes de la sala?
Desde luego, las obras de Abajo Izquierdo no tienen, ni cuando más lo parece,
nada de “retratístico”; antes bien, parece tratarse de todo lo contrario. Si él
como ojo-cámara abdica de su papel de “autor” de la obra a favor del proceso y
del modelo, que es quien la concluye con su presencia, y si éste a su vez se
convierte en “obra” y se despersonaliza como sujeto para convertirse casi en un
objeto más, como la cámara misma que observa, ¿cómo delimitar donde empieza y
acaba el papel de cada uno? ¿ dónde, quíen y cómo ocupar todos esos lugares
vacantes – el del autor, el del modelo, el del espectador? ¿es necesario
incluso que éstos sean en algún momento ocupados?
Ya se viene diciendo; incontenible por todos lados. Y como muestra perfecta de
esta cualidad, el proyecto se completa con la ruptura definitiva entre
cualquiera de estos marcos con la performance-acción en la que los
“espectadores” (que ya sabemos que no pueden ser sólo tal), serán asimismo
modelos de una mancha de pintura humana – otra vez sujeto/objeto sin identidad-
que irá creciendo a medida que avance la exposición con la suma diaria de un
cuerpo – y la consiguiente fotografía de los mismos, en el espacio de la
exposición- en el que, si no se llega a desbordar el espacio mismo ante esta
acción incontenible, de lo que no cabe duda, es de que todas estas fronteras –
la de obra plástica y fotográfica, performance, autor/actor, modelo y
espectador, como toda frontera hoy en día – no saldrán intactas del asunto.
Julio Pérez Manzanares
El cuerpo desnudo y pintado es el tema obsesivo y casi único del artista Abajo
Izquierdo. En este caso el desnudo se centra en el rostro de las personas a las
que retrata. Se trata de un concreto desnudo facial, centrado exclusivamente en
el paisaje que propone la cabeza de cada personaje, conformada esta por nariz,
labios, orejas y ojos… más la desnudez del resto del cuerpo que la imagen es
capaz de sugerir. Expresividades desnudas (junto a otras piezas de diferente
signo y materia) como metáforas del cuerpo desnudo y pintado, desprotegido y
expuesto, pero a la vez semioculto por las capas de pintura, convertido en
objeto de miradas por el color que lo matiza y lo camufla a nuestros ojos, por
lo que oculta tanto como por lo que es capaz de decirnos. Rostros en acción,
como cuerpos u órganos sexuales coloreados a mano, para transmitir sensaciones
y plantear preguntas al espectador y al voyer, sean o no ambos la misma
persona.
Pablo Peinado
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